
La búsqueda de seguridad y de control es la búsqueda constante de “ser mayor”, ser autónomo y gestionar la vida que uno quiere tener al antojo necesario para no sentir sufrimiento. Así como el control genera seguridad, es así mismo la fuente más inestable de estabilidad y equilibrio. Somos, sin saberlo, títeres bufos de azares caprichosos que nos zarandean en una incansable y jocosa payasada a la que no puedes verle ni puta gracia. La obsesión por mantener el control es en si mismo la fuente de la constante perdida de él.
Así como cuando uno navega en un velero surcando el océano, cuanto mayor sea el vaivén más uno debe acoplarse al movimiento de la embarcación. En cuanto uno ejerce una pseudo voluntad y un control sobre el propio organismo encontrará en el mareo la principal causa de las angustias. Así mismo sucede en nosotros. ¿Cómo anclarse firmemente a la embarcación y a la vez oscilar con ella?
Ese es el camino a la madurez, obtener el equilibrio entre dos fuerzas opositoras permanentemente enfrentadas. Antagonistas y enfrentadas, nos llevan a un amor imposible en el que el desgaste por la admiración hacia una, engrandece la otra. Constantemente luchando por prevalecer con una de ellas, en una guerra titánica que sólo nos gasta y ridiculiza en una identificación enferma ¿papá o mamá? ¿la luz o la oscuridad? ¿El cielo o la tierra?
Somos títeres de una caprichosa disputa que se gestó en una búsqueda enloquecida por la identidad, por la falsa identificación en conceptos vacíos y tácitos que nos llevan a ideas que no sacian, de conceptos que no alimentas y de emociones que nos destruyen.
¿Cuándo ser valiente y cuando ser cobarde? ¡cobarde nunca! Estúpido eres pues. Conceptos necesarios para la armonía en nuestro organismo que bien merecen volver a estructurarse, para desestructurar la gran máquina humana, que nos lleva en un gobierno, que hemos delegado a unos conceptos caducos, de los que no podemos desprendernos.
¿Cómo gobernar y abrir los brazos para saborear el viento una vez encarado el timón? ¿Cómo gestar una autoridad permanente en nosotros que sustituya el control desaforado y rígido que nos mantiene en el juicio, la duda y la frustración? ¿Cómo encontrar paz en unas emociones enloquecidas, más pendientes de los estímulos externos que de las propias indicaciones internas? ¿Cómo frenar los impulsos para guiarlos hacia auténticas sensaciones?
Ante la búsqueda de la pérdida de control, nos hemos embarcado en una vorágine insaciable de búsqueda de placer. Un placer hacia estímulos que nos sobresalten y nos arranquen de la rigidez a la que vamos a volver una vez termine la innovación. No es una búsqueda del placer, es una huida de frustración a la cual no sabemos darle cabida en nosotros. Una frustración que corre casi tanto como los sprints que nos agotan hacia novedosas fuentes de descontrol provocadas por alteraciones emocionales a las que conferimos el tinte de “disfrute”.
Agotados llegamos al final de nuestra existencia, faltos de energía, encapaces de seguir sprintando y asumiendo que el supremo esfuerzo por alejarnos de nosotros mismos será en vano. Nos pilla el Yo en un estado decrépito, sin energía, sin brío, rendidos y vencidos. En ese estado todo lo que pueda decirnos el Yo es poco apaciguante es más, tiene su cariz despótico, similar a “hacer leña del árbol caído”. Demasiado tarde…
Tiempo es ya de no rehuir la contienda con quien estamos contenidos, tiempo es ya de encarar nuestro rostro, de frenar nuestra huida y de ejemplarizarnos en una sabiduría que nos es ajena. Cultivarla, pulirla y desearla, en un alarde de lucidez, pues, sabemos ya, que de no gestionarnos, de no encararnos con nuestro pecho y entrar en fraternal disquisición… la vida va a ser una puta mierda.
Este trabajo que vengo a proponer ofrece las pautas necesarias para que ese diálogo no sea de palabras huecas lanzadas desde el púlpito que, nunca llegan a ser hechos, sentar las bases para una disposición absoluta de la verdadera importancia de esta vida “tu mismo”. Pero no el tu neurótico que deambula entre contradicciones y fanfarrias sino el “tu yo” que te es dado por naturaleza y al que has dado de lado ante la vista de soles más brillantes y conceptos huecos.
Este grupo propone un desmenuzar los códigos de tu organismo a través de prácticas de disciplina rayando lo absurdo, para domesticar el organismo que se ha erigido en jefe siendo un mero bloque de hábitos y adicciones.
La responsabilidad del proyecto y lo que este consiga en usted es enteramente suya. Eres dueño de lo que desperdicias y del cual no conoces la cantidad; el tiempo. Inviértelo sabiamente, pues de la administración sabia de la inversión, pueden salir robles hermosos o puro estiércol.
Puedes probar una sesión y sopesar en ti mismo los efectos de tu compromiso. Los fermentos del trabajo en el grupo no forman parte de los fermentos efímeros de las ideas grandilocuentes que nos dan importancia personal, sino de la íntima visión del útero al que usted pertenece y hacerse nacer a un camino del que no es más que un viajero.
Tiempo es ya de ponerse a prueba, tiempo es ya de abrazarse de nuevo, tiempo es ya de una búsqueda curativa hacia un pasado olvidado en post de un presente, presente.
Usted se espera a usted, así que sea amable consigo mismo y paciente. El vacío seguirá hasta que deje de huir y se observe o le alcance la muerte.
¡Vamos pues!