
Y en el lienzo de la vida, veo que el dolor está incluido, que el dolor forma parte de la vida, ¡que el dolor es pura vida! Nos guste o no, el dolor es uno más de la pandilla, junto con la alegría, la tristeza, la rabia o la ira, el miedo…
Y quizá a veces pensemos:“¡Qué locura! ¡Yo no quiero sentir dolor!” “¡Prefiero evadirlo!” Pero yo me pregunto: ¿acaso puedo evitar sentirlo, cuando de hecho ya lo estoy sintiendo? Cuando siento dolor, siento dolor. Otra cosa distinta es que me cabree sentir ese dolor porque preferiría no sentirlo, pero cuando el dolor es y está, sentirlo, lo siento.
¿Y si en lugar de preferir no sentirlo elijo sentirlo y dejar que se exprese a través de mí? ¿Y si te dijera que el dolor, igual que la rabia, la tristeza o el miedo vienen a nuestras vidas para enseñarnos algo? Aunque no nos gusten o nos resulten desagradables de experimentar…
He aprendido grandes lecciones en la vida atravesando el dolor, abrazándolo. Me he dado cuenta de que cuando le he dado la espalda el dolor éste ha tendido a crecer, pero cuando me he acercado, lo he escuchado y lo he respirado entonces ha tendido a aligerar su intensidad hasta hacerse humanamente sostenible e incluso a veces hasta desaparecer.
Con esto no quiero decir que siempre nos tenga que tocar el dolor como maestro en la escuela de la vida, sino que me gustaría poner el énfasis en que sería un bonito experimento jugar a que cuando el dolor aparece podemos simplemente darle la bienvenida (mi teoría es que si aparece suele ser para algo). Podemos escoger dejar que exista a través de nosotros y que nos atraviese, que nos enseñe lo que ha venido a enseñarnos sin más, aunque sea incómodo.
Quizá escuchando el dolor de nuestro cuerpo descubrimos cosas en nosotros que hasta entonces nos resultaban desconocidas…o quizá no… cada un@ elige la actitud que quiere tomar ante el dolor de la vida…
Simplemente me planteo: ¿Acaso alguien ha vivido su vida sin sentir jamás dolor? ¿Cómo me siento yo ante todo esto? ¿Qué uso hago yo de los paliativos del dolor? ¿Cómo me relaciono yo con todo esto? ¿Cómo me vinculo yo con el dolor? ¿Puedo vincularme o relacionarme con él de un modo distinto?
Y en este sentido continúo cuestionándome día sí, día también. Y no tengo respuestas absolutas, mas siento que en la vida nada se da por casualidad y todo tiene un orden y un sentido. Cuando hay escucha del cuerpo y del dolor, aparece, como dicen por ahí, «calma en el alma, que la vida se encarga de explicar todo aquello que hoy no tiene sentido»
Siento profundamente que es una elección personal e intransferible optar por relacionarse con el dolor sin rechazarlo. A mi parecer, es una elección atrevida y valiente. Con entrega absoluta y profunda a la vida y con valentía para vivir todo lo que la vida dispone y depara. Está claro que a veces es más fácil para nosotros huir del dolor o hacer ver que no existe. Lo bonito a mi parecer es tomar esa elección, sea cual sea, de forma consciente.
La vida no nos exime de dolor, pero cuando éste aparece, sí podemos elegir seguir adelante junto a él, escucharlo, vivirlo, experimentarlo, darle espacio, sentarlo a la mesa a comer con nosotros, si hace falta… Observar cómo nos paraliza a veces, transitarlo con la mejor actitud de escucha… El dolor va cobrando múltiples formas a lo largo del camino, mas siempre y en todo lugar puedo elegir una nueva forma de relacionarme y de vincularme con él.
Imagina que el dolor es una persona… Y que tal como lo trates a él, él te tratará a ti… Si lo acoges, lo mimas, le das espacio, lo abrazas, lo dejas existir… Viene y tal como ha venido, hace lo que tiene que hacer y se va… Por el contrario, si no lo acoges, lo echas de tu casa, lo niegas, lo rechazas, él persistirá todavía con más fuerza e intensidad si cabe… Y así la tensión en el cuerpo a veces tiende a ir in crescendo…
¿Te atreves a probar alguna herramienta que te permita cambiar tu forma de relacionarte con el dolor? ¡El coaching corporal puede ayudarte!